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Perder a un ser querido es, sin duda, una de las experiencias más dolorosas que podemos vivir. La ausencia repentina o esperada de alguien cercano no solo deja un vacío físico, sino también un impacto emocional profundo que puede afectar la salud mental y el bienestar diario. Aceptar esa pérdida y aprender a convivir con ella es un proceso que requiere tiempo, comprensión y, en muchos casos, acompañamiento psicológico.

"El duelo es un proceso natural, necesario y profundamente humano. No existe una fórmula exacta para vivirlo, porque cada persona siente y afronta el dolor de manera distinta", explica Rocío Rosés, directora de l’Institut de Salut Mental del Centre Mèdic l’Eixample Sagrat Cor. Comprender este proceso es clave para evitar que se convierta en un bloqueo emocional o derive en problemas de salud más graves, como la depresión o la ansiedad.


El duelo: una montaña rusa de emociones

El duelo es la reacción emocional y psicológica ante una pérdida significativa. Aunque cada persona vive el proceso de manera diferente, los especialistas coinciden en que existen fases comunes que suelen aparecer, aunque no siempre de forma lineal: negación, ira, negociación, tristeza y aceptación.

Según Rosés, estas etapas "no son obligatorias ni universales, y tampoco hay un tiempo fijo para superarlas. Es importante permitirnos sentir cada emoción sin juzgarnos, ya que la tristeza, la rabia o la incredulidad son respuestas normales al dolor".

El duelo no solo afecta a quienes han perdido a un ser querido por fallecimiento. También puede aparecer tras una separación, una pérdida de empleo, un cambio drástico de vida o incluso la pérdida de la salud. En cualquier caso, el proceso emocional es complejo y exige un trabajo personal que puede necesitar de apoyo profesional.


Aceptar el dolor para poder sanar

Uno de los errores más comunes es tratar de ignorar el dolor o minimizarlo, ya sea para no preocupar a los demás o por miedo a enfrentarse a la realidad. La especialista subraya la importancia de aceptar las emociones: "Negar el dolor solo retrasa el proceso. Afrontar la tristeza, hablar de ello y compartir lo que sentimos con personas de confianza ayuda a liberar esa carga emocional y a empezar a reconstruirnos".

Rosés también señala que cada persona encuentra su propia manera de transitar el duelo. Algunas se refugian en la escritura, otras en la música, el deporte o la espiritualidad. Lo importante es que esas herramientas ayuden a canalizar el dolor y no a ocultarlo.


Buscar apoyo: la clave para no caminar solo

El acompañamiento emocional es fundamental en este proceso. Contar con el respaldo de familiares, amigos o incluso grupos de apoyo puede marcar la diferencia. "Hablar del ser querido que hemos perdido, recordar buenos momentos y expresar el dolor sin miedo es sanador", comenta Rosés. Sin embargo, también es importante saber detectar cuándo el duelo se vuelve patológico.

"Si después de varios meses la persona siente que no puede retomar su rutina, que el dolor es tan intenso que bloquea su vida, o aparecen síntomas como el aislamiento, el insomnio o pensamientos negativos constantes, es recomendable buscar la ayuda de un profesional de la salud mental", advierte la psicóloga.

En ese sentido, desde el Centre Mèdic l’Eixample Sagrat Cor recuerdan que pedir ayuda no es una señal de debilidad, sino un acto de valentía y autocuidado.


Ritualizar la despedida

La psicóloga también destaca el valor de los rituales, que tienen un peso simbólico y terapéutico en el proceso de duelo. "Los rituales – como despedirse, celebrar una ceremonia o escribir una carta al ser querido – ayudan a tomar conciencia de la pérdida y a dar espacio al recuerdo, favoreciendo la aceptación", señala Rosés.

Incluso en situaciones donde no es posible despedirse físicamente, como ha ocurrido en algunos casos de pandemia o en fallecimientos inesperados, crear un ritual personal puede aliviar el dolor y permitir cerrar el ciclo emocional.


La vida después de la pérdida

Aceptar la ausencia no significa olvida ni dejar de sentir amor por la persona que ya no está, sino aprender a convivir con su recuerdo y a resignar su lugar en nuestra vida. "Con el tiempo, el dolor se transforma y deja espacio para la gratitud y el recuerdo sereno", afirma Rosés.

El duelo no tiene un final marcado, pero sí un aprendizaje profundo. Entender que la pérdida es parte de la vida y que las emociones, por difíciles que sean, forman parte del proceso de curación es fundamental para poder avanzar.

Desde el Centre Mèdic l’Eixample Sagrat Cor se recuerda que afrontar el luto acompañado de profesionales puede suavizar el camino y reducir el riesgo de que la tristeza se cronifique. "El dolor por la pérdida no desaparece, pero sí se puede aprender a vivir con él de una forma que permita reconstruir el bienestar y seguir adelante", concluye la psicóloga.