Es la parte de la Cirugía dedicada a resolver los problemas quirúrgicos de la población infantil.

Pero, ¿cómo nació la necesidad de confiar estos problemas a unos profesionales dedicados exclusivamente a la cirugía de los niños?

La respuesta es muy simple. Los niños no son unos adultos pequeñitos. Muchas de sus enfermedades que necesitan un tratamiento quirúrgico, presentan unas características especiales que las diferencian de los adultos. La delicadeza de sus tejidos requiere un tacto y manipulación especial. Para cualquier persona no versada en la materia, parece claro que operar a un lactante de 4 kilos precisa unas habilidades y experiencia diferentes que las necesarias para un adulto de 80.

La existencia de anomalías congénitas empujó desde antiguo a ciertos cirujanos a especializarse en su tratamiento, diseñando técnicas específicas de corrección y, poco a poco, todas las enfermedades quirúrgicas de los niños fueron englobadas en tratados de cirugía pediátrica escritos por profesionales que constituyeron la base de lo que hoy es nuestra especialidad y que abarca prácticamente, todas las ramas de la Cirugía.

Resolver cualquier problema quirúrgico de un niño, desde el nacimiento hasta la adolescencia es nuestro objetivo como cirujanos pediátricos y en ello hemos empeñado nuestra dilatada experiencia profesional.

También con psicología, sí, con mucha psicología, porque al fin y al cabo un buen cirujano debe transmitir confianza a los que van a entrar en quirófano y a aquellos que nos los confían.

Esto es siempre el resultado de un trabajo en equipo, donde se suman experiencias. En un quirófano nunca puede entrar a operar un solo cirujano porqué ante cualquier urgencia debe haber otro cirujano que pueda resolver la operación, así pues cualquiera de nuestros niños entra a quirófano con el Dr. Jesús Broto y con el Dr. Juan Carlos Martín aunque uno de los dos sea el que dirige la intervención dependiendo de quién está llevando el caso.